A finales de octubre tuve la oportunidad de disfrutar con mi mujer de un crucero por el mediterráneo. Fue una experiencia realmente positiva que recomiendo a todo el mundo.

Tanto mi mujer como yo éramos un poco escépticos al principio, pero una vez en tierra debo reconocer que la mayoría de mis temores eran infundados y tenemos la intención de repetir en el futuro. El barco era el «Sovereign» de la empresa Pullmantur, especializada en cruceros para pasajeros latinos.

Este crucero era un poco especial ya que se trataba del «crucero del ajedrez«. Unos 25 de los 2300 pasajeros a bordo tomaron parte en el quinto abierto internacional del crucero, un suizo a ocho rondas de ajedrez clásico con un primer premio de 500 euros.
Yo no participé en el torneo principal ya que mi tarea era hacer de «analista» de los participantes, pero sí que pude jugar el torneo de blitz e impartir una clase magistral durante el viaje.

Cada mañana el crucero atracaba en uno de los puertos del recorrido previsto: Palma de Mallorca, Nápoles y Roma (Italia), Porto Torres (Sardenya) y Toulon (Francia). Pudimos hacer excursiones a las ruinas de Pompeya, visitar el Vesubio, disfrutar de Roma, conocer el pueblo catalán de Alguer y recorrer a bicicleta La Sayne du Mer.

Por las tardes, tocaba partida de ajedrez y tras la cena un espectáculo en el teatro o una copa en el casino del barco. Un día llegamos pronto de regreso al barco y pudimos conocer al capitán y a «Don Antonio», un hombre entrañable de 92 años que celebraba 32 cruceros con Pullmantur.

El ambiente en el barco era fantástico: se trataba de un «todo incluido» y al ser temporada baja se respiraba tranquilidad (es decir pocos niños:).
Me sorprendió lo bien que el barco tenía organizado todo el tema de las colas, comidas, desembarcos, una empresa bastante difícil al ser tanta gente, pero nunca tuve la sensación de agobio que he tenido en otros viajes.
Desde luego las ruinas de Pompeya me llamaron mucho la atención, pero seguramente el pueblo de Alguer y en general la isla de Cerdenya fue de lo más agradable. La siguiente foto de todo el grupo del ajedrez corresponde a esta excursión.

El tiempo nos acompañó durante todo el trayecto excepto el día de Roma, donde por cierto hubo un terremoto de 5.4 en la escala Richter justo cuando estábamos saliendo del puerto. ¡Vaya susto para todos!
Pensé que me iba a marear y/o que el barco se iba a mover mucho, pero lo cierto es que no fue así: aparte de ser un buque gigante, estos cruceros tienen unos «estabilizadores» especiales. ¡De hecho, tras un par de días te sientes como si estuvieras en un hotel, ¡tiene hasta un teatro para 1.000 personas!

El torneo principal fue dominado por el MF Josué Expósito, que repitió el triunfo del año pasado. Lideró la clasificación ganando sus ocho partidas y además de los 500 euros subió 20 puntos de ELO FIDE. El subcampeón fue el fuerte jugador valenciano Juan Carlos Laín mientras que el catalán Manuel Cabrera finalizó tercero.
También me gustaría destacar la participación de la sub14 ecuatoriana Belén Pinós Cevallos que jugó muy bien subiendo 55 puntos de rating y del joven jugador sub12 del Pallejà Carles Martín que vino acompañado de una buena delegación de jugadores de su club.

Por mi parte, además de analizar las partidas de los aficionados y ayudar en la dirección técnica – magnífico trabajo del árbitro Eduardo López – pude triunfar, no sin dificultades, en el Torneo de Blitz nocturno, con 7.5 de 9 justo por delante de Expósito.
Claro que todo esto no sería posible sin el empuje del incombustible organizador internacional Pere Reginaldo. Sólo os digo que el día siguiente de llegar a casa recibí una llamada de Pere para «sondear» la ruta del próximo crucero:) Este hombre no para:)

Que agradable raconteur del crucero de ajedrez. Leyéndolo me hiciste asociar con la novela de ajedrez y apuntarme al próximo crucero. Un abrazo